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Si te encantan las esculturas y su influjo en la decoración de jardines, probablemente estarás encantando de sumergirte en su origen. Hoy en Collection World, nuestra tienda de decoración queremos hablarte sobre sus tamaños y el canon artístico, una de las claves para entender nuestra actual concepción escultórica.

La estética que hoy disfrutamos en nuestras esculturas de mármol, bronce y hierro depende en buena medida de lo que se inventó en tiempos remotos, una época donde los artistas agudizaban el ingenio para poder representar las formas de la naturaleza con la mayor precisión posible.

Hoy, el tamaño de las piezas artísticas que disfrutamos en nuestros jardines y casas es fruto del trabajo de los artesanos del pasado, que estudiaron la proporción humana hasta diseñar un canon que reflejase sus formas con exactitud.

El canon es el concepto utilizado para dividir el cuerpo humano en pequeñas medidas , de tal manera que su representación siga una escala armónica. Se trata de un criterio decisivo para entender la estética en las figuras, el cual extiende su vigencia hasta nuestros días, ya que no es nada sencillo para un escultor reflejar el equilibrio entre todas las partes del cuerpo.

No obstante, el canon a lo largo de la historia ha seguido una evolución, que en nuestra tienda de decoración de jardines vamos a tratar de reflejarte. ¡Presta atención!

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1. El canon egipcio

Pese a que no llegaron a retratarlo en ningún estudio, los egipcios fueron pioneros en emplear este método para la representación humana. Para esta civilización, la perfecta armonía se basaba en la utilización del puño como unidad de medida.

Multiplicando el tamaño del puño por 18, obtenían el tamaño total del cuerpo a representar, y a su vez los dividían en distintas partes, empleando dos para la cabeza, diez entre hombros y rodillas, y seis desde estas hasta los pies.

2. El canon griego

Si por algo es conocido el canon humano es por la dedicación de la Griega clásica en su estudio. El ilustre escultor Polícleto, allá por el siglo V a.C., especificó que el tamaño perfecto para la representación humana era el de siete cabezas, modificando, de esta manera, la unidad de medida.

Más adelante en el siglo IV a. C, escultores como Lísipo o Praxíteles apostaron por ampliar la proporción hasta las ocho cabezas, algo que, según los expertos, respondía a un mayor afán de refinamiento, buscando representar las figuras, tal como el ojo humano las visualiza.

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3. El canon de Vitruvio

Durante la época romana, en torno al siglo I a.C., el celebradísimo ingeniero y escritor Vitruvio profundizó en el canon, estableciendo un minucioso estudio de la proporción que determinaba con cifras el tamaño exacto que cada parte del cuerpo debía ocupar.

Su trabajo cobró más valor en la época renacentista, justo cuando Leonardo Da Vinci, dibujó El hombre de Vitruvio, donde representaba físicamente la escala de las proporciones en una obra que pasó a la posteridad.

Pese a las muchas aportaciones contemporáneas, la evolución del canon descrita continúa guiando la creación de las esculturas que hoy usamos en la decoración de jardines, dejando buena muestra del ingenio mostrado por nuestros antepasados y su indiscutible gusto artístico.

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